En esta narración, el pensador hondureño Rodolfo Pastor Fasquelle, realiza un extraordinario recorrido por los vitales desafíos del planeta, sus países, gobiernos y ciudadanos. El panorama político global es también sombrío. En Honduras, la burguesía apática y la burocracia perversa lastran el avance. Ha bajado la renta básica de la población -uno de los mejores indicadores de bienestar- que ya es la más baja del istmo. La reforma tributaria es un paso crucial, pero insuficiente sin correcta administración y una inversión efectiva, y estará frustrado un rato aún.
A pesar de los errores, el gobierno actual logró atender a sectores antes olvidados, y El partido LIBRE es el único que puede y ganará las elecciones de 2025 a escala nacional. Pero su éxito futuro depende de una rearticulación, y de la cooperación internacional en un entorno de paz mundial e integración regional. No servirán de nada los revolucionarios de papel y de juguete, que estorban la institucionalización del cambio, se necesitan líderes de visión y de razón, y hace falta formarlos.
El futuro inmediato parece incierto, el más lejano asusta o ilusiona. ¿Caminamos hacia una era de retrocesos autoritarios y guerras permanentes o hacia un nuevo esplendor civilizatorio? Necesitamos liderazgo y claridad para evitar que la historia se repita como tragedia o —peor aún— como una comedia de la que solo seremos responsables nosotros mismos. Tal vez el poeta japonés tenga razón: entre nosotros, no hay tragedia, solo comedia. Y por eso también Dante llamó a su obra… Comedia.
*Rodolfo Pastor Fasquelle
A Marcio Valenzuela, mi hermano caído
Me asusto un poco. No estoy seguro de entenderlo todo. Mi cabeza, por la que hace pocos años un marero me aseguró que le ofrecían 250 mil lempiras —cifra que me pareció barata— ya no es la misma. Una amiga se preocupa cuando le digo que celebramos tanto el año nuevo porque, ¡quién sabe si podremos celebrar el próximo! Vivimos un mundo transformado, vertiginoso, totalmente distinto del que recuerdo hace cinco años. La humanidad parece estar en la antesala de una nueva etapa de la civilización: un esplendor sin precedentes o su autodestrucción, junto con la del planeta azul del que abusamos.
A nivel mundial, hay progresos sin antecedentes. Mil millones de personas han salido de la pobreza, especialmente en Asia, mayormente en China, donde 800 millones fueron incorporados a la esfera productiva, generando una fuerza que los Estados Unidos ahora resienten. También hay avances globales en la ciencia, la educación y la comunicación. Vivimos una liberación de potencial humano y creatividad comparable a la del tardío Neolítico. En los próximos años, la ciencia nos sorprenderá: energías limpias, inteligencia artificial integrada a la medicina y la vida cotidiana, biotecnología que revolucionará las terapias para enfermedades hoy intratables y nuevas iniciativas de restauración ambiental en tierra, mar y aire, potenciales de la industria limpia. Todo ello podría ayudar a sacar del subdesarrollo a cientos de países. ¡Es posible!
Sabemos cómo resolver los grandes problemas: combatir la inequidad, invertir en servicios básicos, infraestructura y ciencia. Existen enormes recursos para estos fines, incluso cooperación internacional desde países que han superado la pobreza y buscan generar sinergias con socios nuevos. Pero detonar y sostener esta dinámica requiere paz, liderazgo y multilateralismo, algo que hoy parece escaso. Tienen que entenderse los grandes retos y la necesidad de cooperación. En su lugar, crecen el nacionalismo, la conflictividad y un liderazgo infantil, incapaz de enfrentar retos globales, ¿en dónde Teddy Trump es Ellons? Starlet. Y lo demás es un desierto.
Se exacerba la desigualdad, freno de la dinámica. La crisis ambiental es otro abismo. (El calentamiento global, pandemias humanas, pero también de flora y fauna, sequías que generan nuevos desiertos, huracanes e inundaciones que cobran cada vez más vidas, falta de agua potable). Mientras tanto, toneladas de alimentos se pudren y la tecnología, mal regulada, manipula y aliena a las masas, fomentando desigualdad, descontento y el resurgimiento de fascismos y populismos, el desprestigio de la democracia clásica.
El panorama político global es también sombrío y se degrada. Tras el sangriento delirio del 7 de octubre de 2023, el etnocidio en Palestina y la destrucción catastrófica en el Líbano y la vecindad, con la caída de al Assad resurgen las amenazas como ISIS y Al Qaeda, ahora con recursos para bioterrorismo y ciberguerra. Añádanse conflictos comerciales, tensiones entre Estados Unidos y China, y un mundo en el que el poder parece cada vez más grande y arbitrario y menos responsable. O es atípico el caso de Corea del Sur a la que le está costando adaptarse a la era del segundo Trump, quien anuncia que además de retirarse de la Península, quiere comprar Groenlandia e Islandia… que se tienen que incorporar a la Unión con Canadá, y que México se cierre a China, renuncie al nombre del Golfo y a una jurisdicción propia, además de detener la marea de migrantes que provocan las políticas hegemónicas y el fentanilo que la alienación estadounidense ha convertido en el mejor negocio que existe al sur del Río Bravo. Mientras tanto anuncia inmensas inversiones en armas y defensa y exige aumentos de ese gasto a sus aliados, lo que inspira un déjà vu histórico. La guerra puede volverse inevitable si las armas están por todas partes.
En América Latina enfrentamos retos profundos. La región vista como patio de esa gran unión del Norte, carece de la unidad necesaria para resistir la Era de Trump II. Priman la división y desorientación. No basta con tener recursos y a veces no es bueno. Honduras tenía demasiado oro en el s. XVII, quizás Venezuela tiene demasiado petróleo hoy, y el Cono Sur demasiado litio para su propio bien. Hay que administrar bien. Cuidar las llaves del tesoro y el entorno. Es urgente proclamar la paz interna, del subcontinente, paz perpetua, y comprometernos todos con la paz mundial. La CELAC y el BRICS podrían ofrecer alternativas a la OEA ya disfuncional y a la ONU, que ya no parece capaz de desempeñar su función, pero ¿estarán los líderes a la altura para madurar esas opciones? Sin liderazgo claro y práctico, es la ciudadanía quien debe alzar una voz crítica para impulsar políticas patrióticas y progresistas. Pero por la manipulación mediática quizás, tampoco hay movimiento ciudadano, ni conciencia amplia y honda. Esos problemas se condensarán en 2025. Precipitarán volatilidad politica e incertidumbre económica, inflación y estancamientos, flujos migratorios, hacia la Meca del norte, incontenibles.
En Honduras, caso típico, la burguesía apática y la burocracia perversa lastran el avance. Ha bajado la renta básica de la población -uno de los mejores indicadores de bienestar- que ya es la más baja del istmo. La reforma tributaria es un paso crucial, pero insuficiente sin una correcta administración y una inversión efectiva, y estará frustrado un rato aún. Aunque mejoró un par de indicadores, la militarización fracasó porque no se integró en una política de seguridad integral, y la extorsión sigue rampante. A pesar de los errores, el gobierno actual logró atender a sectores antes olvidados, y El partido LIBRE es el único que puede y ganará las elecciones de 2025 a escala nacional. Pero su éxito futuro depende de una rearticulación, y de la cooperación internacional en un entorno de paz mundial e integración regional. No servirán de nada los revolucionarios de papel y de juguete, que estorban la institucionalización del cambio, se necesitan líderes de visión y de razón, y hace falta formarlos.
El futuro inmediato parece incierto, el más lejano asusta o ilusiona. ¿Caminamos hacia una era de retrocesos autoritarios y guerras permanentes o hacia un nuevo esplendor civilizatorio? Necesitamos liderazgo y claridad para evitar que la historia se repita como tragedia o —peor aún— como una comedia de la que solo seremos responsables nosotros mismos. Tal vez el poeta japonés tenga razón: entre nosotros, no hay tragedia, solo comedia. Y por eso también Dante llamó a su obra… Comedia.
Seúl 12 de enero de 2025
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