La época de familias grandes está llegando al final. En Honduras, la tasa de fecundidad en 1980 era de 6.8 hijos por mujer, mientras en 2024 se fija en 2.36, esta tendencia ha contribuido al descenso en la población menor de 15 años; la tasa de fertilidad cayó en 65.29 por ciento en los últimos 44 años. A mediano y largo y plazo el impacto será desafiante para el desarrollo del país y para dinamizar la economía nacional.
América Latina es la tercera región del mundo con menor tasa de fertilidad, superada solo por Norteamérica y Europa, de acuerdo a registros de la Cepal, pero lo que llama la atención es su disminución en los últimos 74 años.- La región sufrió una acelerada transición demográfica comparada con el resto del planeta y el impacto está teniendo fuerte presencia en los sistemas de trabajo, salud y pensiones.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Aquellas reuniones de familias con 20, 30 o más integrantes, donde un domingo o una fecha especial, el anciano patriarca recibía todas las generaciones y admiraba orgulloso su numerosa descendencia. Esta escena está pasando a páginas de cuentos y a la historia.
Esa decadencia de núcleos familiares grandes ha venido en picada desde hace décadas, en el caso de Honduras, en los últimos 50 años y, en general, en la región de América Latina en los últimos 70 años años. Lo ha confirmado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), mientras que en 1950 se documentaba en promedio 5,8 nacimientos por mujer, este año apenas se registran 1,8.
¿A qué se debe este fenómeno? y ¿Cómo afectará las economías nacionales y a la región?
La tasa de fecundidad, que hoy es inferior a la necesaria para el reemplazo poblacional (2,1), no solo deja en evidencia la acelerada transición demográfica de América Latina respecto al resto del planeta, sino que plantea retos en la economía a mediano y largo plazo.- La reducción en el número de nacimientos impactaría a los sistemas de seguridad social y a la fuerza de trabajo, como explicó un experto al periódico “Bloomberg Línea”.
En Brasil, el país más poblado de América Latina, la tasa de fecundidad está por debajo de 2.0 desde 2002. Y México, que ocupa el segundo lugar, hoy registra 1.89 nacimientos por mujer, mientras que en 1950 documentaba 6.71 hijos.
Otro país que ejemplifica este fenómeno es Colombia, que de enero a abril de 2024 registró la tasa de nacimientos más baja de la última década, 145,416 bebés, es decir, 14.6 por ciento menos en comparación con el mismo periodo de 2023, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
¿A qué se debe este fenómeno? Andrés Giraldo Palomino, profesor del departamento de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana, afirmó que la disminución acelerada en la tasa de fecundidad en Latinoamérica es algo que todavía está en estudio; sin embargo, expone que, entre otros indicios, destaca: “uno de ellos tiene que ver con el hecho de que la participación laboral femenina en América Latina es levemente más alta que en el resto del mundo.- Continúa: “Y, cuando la mujer participa activamente en el mercado de trabajo hay una reducción de las labores asociadas al hogar, entre ellas, tener y cuidar los hijos”.
“En América Latina, el promedio de edad de las mujeres para tener el primer hijo estaba alrededor de los 20 años, y ahora es cercano a los 26 años. Al alejarse de edades más tempranas, las mujeres no desean tener más hijos”, expone el catedrático colombiano.
América Latina es la tercera región del mundo con menor tasa de fertilidad (1.8), superada solo por Norteamérica (1.6) y Europa (1.5), de acuerdo a registros de la Cepal, pero lo que llama la atención es su disminución en los últimos 74 años.
“La misma transición demográfica vivió Europa hace unos 30 o 40 años, solo que más lenta. ¿Por qué? Porque allá las mujeres podían acceder más a educación, ya hacían parte de un mercado laboral y la introducción de mecanismos para manejar la fertilidad habían entrado hace mucho tiempo. Cuando decidieron no tener hijos, estaban más educadas”, argumenta Andrés Giraldo.
En América Latina, al contrario, el ingreso de las mujeres a la educación era muy bajo, de ahí que cuando comenzó a incrementar, “la acumulación de años de educación fue acelerada, y eso hizo que empezaran a tomar rápidamente la decisión de tener hijos a edades avanzadas”.
En el caso de Oceanía, la reducción fue menos rápida, puesto que la tasa de fecundidad apenas se redujo en 1.6 nacimientos por mujer en los últimos 74 años. Algo similar sucedió en África, con una caída de 2.5, aunque este continente registre el mayor promedio anual con 4.1 nacimientos por mujer.
Los expertos explican que el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral tienen un impacto positivo en la producción y, “dado que en promedio las mujeres son más educadas que los hombres, pueden contribuir con mayor productividad en la economía”. No obstante, a largo plazo la reducción en la fecundidad impacta también en el sistema social en los países.
“Si hay baja natalidad, habrá pocos jóvenes contribuyendo con los sistemas de seguridad social, y al haber poca contribución, se requerirá que los sistemas sean privados o, si siguen siendo públicos, que el Estado contribuya cada vez más con presupuesto nacional para financiar lo que a su vez puede generar problemas fiscales”, exponen los analistas.
EN HONDURAS, LO MISMO
El Observatorio Demográfico Universitario (ODU), adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Facultad de Ciencias Sociales, expone que la tasa de fecundidad en el país viene sufriendo un descenso significativo en las últimas décadas.
El análisis del Observatorio «Bono demográfico y sus desafíos para el desarrollo humano», indica que la tasa de fecundidad en 1980 era de 6.8 hijos por mujer, mientras que en 2024 se estima en 2.36 hijos por cada mujer, esta tendencia ha contribuido a una reducción en la población menor de 15 años. Por lo tanto, la tasa de fecundidad ha disminuido aproximadamente un 65.29 por ciento desde 1980 hasta 2024.
Expone, además, que la esperanza de vida al nacer ha aumentado considerablemente, en 1980 era de 62 años, mientras que para los que nacen en el año 2024, la esperanza de vida se estima en 77.5 años; según el ODU, esta alza se debe a mejoras en la cobertura de salud pública, la nutrición y las condiciones de vida.
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