En 2020, un ataque de un dron estadounidense acabó con la vida del alto mando militar iraní, Qasem Soleimani, causando una enorme conmoción en el país. Poco más de cinco años después, Irán perdió a otra importante figura política, el presidente Ebrahim Raisi, en un accidente de helicóptero cerca de la frontera con Azerbaiyán.
Agencias / EL LIBERTADOR
Sputnik. – De hecho, se trata de dos tragedias que han golpeado al país en un breve espacio de tiempo. La primera, relativa al asesinato de Soleimani, fue planeada por la Administración estadounidense —en aquel momento dirigida por Donald Trump—, mientras que la segunda, en la que se vio implicado Raisi, fue un desafortunado accidente cuyas causas se darán a conocer en el futuro.
Por el momento, las especulaciones sobre la implicación de los servicios secretos en el suceso que causó la muerte del presidente iraní no solo son infundadas, sino simplistas. Es necesario esperar a que la propia comisión de investigación de la República islámica dé su última palabra sobre el asunto.
Sin embargo, lo cierto es que la inesperada muerte de Raisi traerá cierta inestabilidad temporal a las altas esferas del Gobierno del país, que ahora intentan determinar quién ocupará el puesto de presidente, el segundo cargo más importante de Irán, por detrás del líder supremo, Alí Jamenei. Además del mandatario, Teherán también tendrá que encontrar un sustituto para el cargo de ministro de Asuntos Exteriores, ya que Huseín Amir Abdolahián también falleció en el accidente.
Dada esta inestabilidad temporal, ¿cómo podría verse afectado el futuro político de Irán? A primera vista, no mucho. Como ya se mencionó, el presidente de la epública ocupa el segundo puesto más importante en el sistema político del país, actuando como una especie de ejecutor especial de las directrices y orientaciones del líder supremo, actualmente Alí Jamenei, que ocupa el cargo desde 1989.
Además, la muerte de Raisi no revertirá algunos de los principales acontecimientos que han afectado a Irán en los últimos años. Entre ellos:
- El (re)establecimiento de contactos diplomáticos con Arabia Sauditaauspiciados por China.
- La entrada en los BRICSen 2024.
- La entrada en la Organización de Cooperación de Shanghái(OCS).
Además, el compromiso de Teherán de apoyar la causa palestina contra Israel también permanecerá inquebrantable. Después de todo, nunca se insistirá lo suficiente en que la actual confrontación entre el Estado judío y las fuerzas de Hamás en Gaza va mucho más allá de los intereses de estos dos actores. En realidad abarca a otras potencias, en particular a Estados Unidos y al propio Irán.
Para el difunto presidente Ebrahim Raisi, este conflicto representaba una oportunidad para impulsar los intereses estratégicos de Teherán en Oriente Próximo y ganar así mayor influencia en la región. Actuando como tradicional baluarte anti-israelí, el Gobierno iraní ha proporcionado históricamente ayuda al llamado eje de resistencia, representado por grupos como Hizbulá (en Líbano), los hutíes (en Yemen) y el propio Hamás (en Gaza).
Incluso antes del ataque a Israel del 7 de octubre de 2023, algunas fuentes informaron que operativos de Hamás se habían entrenado en bases iraníes, por ejemplo, algo que indica el grado de penetración y participación de Teherán en asuntos políticos que afectan a todo Oriente Medio y, en consecuencia, a los intereses estadounidenses en la región.
En los últimos tiempos, sin embargo, las acciones del Irán de Raisi en el contexto del conflicto de Gaza han sido más bien comedidas y pragmáticas. Incluso los ataques directos de Teherán contra territorio israelí en abril pasado se llevaron a cabo con relativa cautela, para no provocar una escalada militar incontrolable. Así pues, es probable que este estado de «ni guerra ni paz» entre Irán e Israel se mantenga sin cambios, al menos durante los próximos meses.
Es más, se espera que el próximo presidente de la República islámica que sustituya a Ebrahim Raisi siga culpando a Tel Aviv de la desestabilización de la región, así como del asesinato de más de 35.000 palestinos desde el inicio de las operaciones del Ejército israelí en Gaza. Todo ello contribuye a la estrategia a largo plazo de Teherán de debilitar gradualmente la posición de Tel Aviv en Oriente Próximo.
Se trata, de hecho, de una estrategia que implica tres elementos principales:
Militar (basado en la ayuda a grupos como Hizbulá y Hamás).
De reputación (condenas de Israel en la ONU y en foros internacionales).
Psicológico (amenazas de utilizar la fuerza en el momento oportuno).
Todos estos vectores de la estrategia de la República, a su vez, fueron llevados a cabo por el expresidente Raisi y contaron con la aprobación del líder supremo del país. Al fin y al cabo, es el propio Jamenei, sucesor político del líder de la Revolución iraní de 1979, el ayatolá Jameini, quien marca las directrices de las acciones internacionales de Teherán, especialmente su apoyo al llamado eje de resistencia.
La prematura muerte de Raisi tampoco altera los fundamentos de la doctrina militar iraní de defensa avanzada, que se basa en las actividades de grupos como Hizbulá y Hamás, sirviendo de elemento disuasorio tanto para Israel como, en cierta medida, para el propio EEUU. Por tanto, el sucesor de Raisi en la presidencia seguirá librando esta «guerra indirecta» contra el país judío y la presencia militar estadounidense en Oriente Próximo.
Además, los próximos dirigentes iraníes también mantendrán su influencia sobre los hutíes en Yemen, que han sido capaces de desestabilizar el comercio internacional atacando buques comerciales occidentales en el golfo de Adén.
Por último, la inesperada muerte de Raisi no perjudicará significativamente la contribución de la República islámica al establecimiento de un mundo multipolar. Al contrario, las perspectivas de este año para Teherán son bastante prometedoras, dado que el país se incorpora al mismo tiempo a los BRICS y a la OCS, dos iniciativas que han cambiado el panorama geopolítico y geoeconómico mundial en el siglo XXI. Así pues, aunque lamentablemente Raisi se haya marchado antes de tiempo, su reciente contribución a estos importantes cambios seguirá más viva que nunca.
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