Que lejano aquel “erase una vez…”, cuando un pedazo de carne cruda y una cerveza caliente bastaba para engañar a “los pendejos” que creían en una estrella solitaria; tras un golpe letal; nostálgica vida entre barrotes, imposibilitado de volar al país de “Nunca Jamás”. La maldad habitó el cuerpo y pudrió cada órgano, Juan no llegó a la presidencia por hidalguía, no hay nobleza en su historia, hasta el más humilde ser que habita “hibueras” lo recordará como el crimen mismo y la historia se ocupará que su nombre sea sinónimo de repugnante.
No hay responsabilidad compartida, fuimos sometidos como pueblo y otros engañados por el peso muerto de la tradición donde la corrupción es el sistema de relaciones y soportado como voluntad divina sobre una estructura de religiosos hipócritas, militares traidores, empresas de comunicación mercenarias, periodistas de coimas, narcos y potencias del mundo que ven como carroña la miseria de los países que ellas destruyen, indiferentes al dolor causado, más de 80,000 muertes descansan en sus consciencias. En esta sala de EL LIBERTADOR, hemos escrito esta reflexión para recordar sus santos pecados.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. “Ábranse que llevo lumbre, o se quitan o los quito, ya saben que yo no juego, tengo fama de maldito, ‘possi’ no saben yo soy, el papa de los pollitos” (música de fondo). Lejos de ahí, rodeado de tenue luz, esquivando la seguridad, hábil, un niño de siete años sortea las mesas, una mujer mayor con los senos fuera del sostén se sienta sobre las piernas de un hombre con apariencia ruda y sucia, barba grande desaliñada, pistola en el cinto, botas y hebilla de toro; –¿Le lustro los zapatos, maistro? –primero la patada en el estómago antes que la palabra, la mujer se agacha, le soba la cabeza al pequeño –extrañamente serio— y le regala alguna paleta que un cliente dejó en su cuarto, quizá ese instinto maternal la hace recordar el cementerio que tienen atrás del burdel. El niño se va, pero volverá, debe volver. Primer acto.
“La plaza me pertenece, mientras viva yo decido, el que se meta se muere, sino se arregla conmigo, yo no respeto niveles, menos mi cuerno de chivo” (música de fondo). Se abre una boca y dispara bocanadas de humo pesado. –Mire señor presidente –dice algún pasamanos del momento, esos que llaman “ministros” (en Honduras no hay ministerios hay secretarías de Estado, son secretarios no ministros, avivense)–.
–Este que mira aquí, no va ocupar a perder el pelo para ser el mero, mero de este país, está dispuesto hacer lo que tiene que hacer para salir de la miseria. El presidente saliente ve aquel muchacho, se lo han llevado al Altar Q, para que le de la bendición, aquel viejo político no ocupó mucho para saber si ese joven le dará continuidad al negocio o no, habilidades de los tigres. Una puerta se cierra, alguien se agacha y promete usar la estructura del Estado, “la institucionalidad” la llaman por burla, no solo para protección, sino para que el “business” crezca. Segundo acto.
“Ya saben que soy el jefe, y que conmigo no pueden, más vale que me respeten, porque son bravos mis plebes, Con una clave se activa, eso sí pecan de crueles” (música de fondo). Un árbol de zona protegido fue asesinado para ser el marco de la enorme puerta por donde salen altos mandos, dos militares gordos salen del cuarto dejando huellas rojas en su andar, al otro lado un hombre viejo, con lentes gastados, algunos le dicen “Tío”, se sienta algún Facussé con un Corrales y entre tragos pregunta: –¿Y ese indio pendejo que es presidente? –Mientras hunde un “robusto” en el cenicero… –mire Tío, dicen que es jodido, muy rencoroso, que anda en malos pasos y se cree militar, responde el alacrán, –¡¿Quién no es este país de mierda?! Lo que te pregunto es por los negocios ¿Vamos a seguir? –aquella mirada de vieja águila codiciosa; –¡Por supuesto! Yo voy de “ministro”, todo está asegurado, “Alianzas Público Privadas” le vamos a decir. Al fondo un cementerio de campesinos en el Bajo Aguan, suspira. Tercer acto.
–Buenas tardes a todos, todas y todes, gracias por acompañarnos en este importante evento sobre gobernabilidad, gobernanza, salud integral para nuestro “niñes” y democracia. –Dice la funcionaria de la ONU, FAO, UNICEF o cualquiera institución de los políticos y filósofos del aire, los que viven en los cielos y gastan más en viáticos que en el desarrollo de los proyectos, quizá es el permanente jet lag, pero desde Honduras piensan en Francia o Italia, de donde vienen y van. Agradecen al presidente por participar en tan magno evento para discutir sobre los niñez, sea narco, ladrón, corrupto o asesino, es no es problema, solo formalismos, si nos acepta el proyectito. El presidente se hace a un lado, un poco cansado, la verdad, de escuchar tanta pendejada y da la orden: apaguen los radares. La mercancía se mueve hacia el norte, donde algún “chele” la recibe. El evento continúa, alguien dice no sé qué sobre la justicia y la transparencia. –“Because I’m happy, clap along, if you know what happiness is to you, because I’m happy, clap along, if you feel like that’s what you wanna do” (Musica de fondo). Cuarto acto.
La obra se llama Honduras. Juan y Cachiro son el resultado de lo mismo, una clase dominante que solo piensa en dinero para ella, por eso mismo indiferente con la sociedad que se ahoga sin oportunidades y termina migrando todos los días, de banderas negras por no pagar impuestos, pero no por la juventud abandonada; no importa la madre soltera con el niño muriendo en los brazos por hambre, esos son romanticismos de juventud, dicen esos señores obesos; el joven que no ve ningún futuro es la esquina de su barrio polvoriento y sin agua potable, lleno de miseria, de maras y pandillas, ahí se le mueren los sueños cuando se hunde en el Rio Bravo o aplastado por una “Bestia”, buscando una pesadilla que por nombre le dicen “sueño”; gordos perezosos y abusivos que se les abrió la puerta, entraron de sirvienta y se sintieron patrones y dueños absolutos de la riqueza del país. No hay tanto infierno para todos los demonios que aquí habitan.
El día que el poder piense que el bienestar de toda la sociedad es salvarse a sí mismos, que la inseguridad jurídica la implantan los poderosos que mandan este país desde siempre, cuando tengan un poco de amor a nuestra tierra y nuestra gente, tendremos la revolución industrial, mientras eso pase, seguirán siendo vividores de franquicia; cuando sepan que el secreto de los empresarios de verdad no es la acumulación de “pisto” como vulgarmente ustedes llaman al dinero, sino el constante movimiento del mismo, que una población con capacidad adquisitiva les genera más que una comprando cajitas chiquititas de cereal. Y no nos centramos en los políticos pues… están en peligro de extinción. ¿Y, después de JOH, qué, no harán nada, que todo siga así y dentro de tantos años vuelva otra vez el juicio en New York?
Hay un texto bíblico que dice “Dios ciega a quien quiere perder”, les estará pasando eso señores del capital y de la política hondureña, porque son ustedes quienes pueden crear un nuevo modelo económico y político que de vida a un nuevo hondureño, alegre, próspero y con oportunidades, sin la urgencia de marcharse al extranjero para salir adelante o poder hacer su casa y alimentarse con dignidad, que todos nos sintamos orgullosos de nuestra nación y que jamás nadie piense siquiera en poner a Honduras como el ejemplo de lo peor ante otros.
“Ya saben que soy el jefe,y que no soy tan mansito, mas vale que me respeten, porque los traigo cortitos, y les recuerdo que soy, el papa de los pollitos” (música de fondo).
El niño soy yo.
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