¿Cuántos lo llamaron amigo, líder, hermano, socio, presidente y etc.?, sismos crónicos en sus habitaciones, ataques de ansiedad y desesperanza, una agonía palpitante a cada segundo con chispazos de alivio sobre posible e inútil reprogramación del juicio en el terrible frío de New York. En el fondo, nada de eso importa, solo alarga el martirio hasta hipertensión, no se necesita declaratoria, saben que el hondureño se transformó, ya no olvida y no deja pasar, el péndulo baja con mayor furia. Tan grande y dura la caída de Juan que en menos de 20 años murió el segundo partido tradicional.
¡Aaaah que dulce era la vida en aquellas nauseabundas orgías del poder! Se repartieron el país en pedazos, burlaron al empobrecido y despojado, ahora son sentimientos encontrados, el vago convertido empresario, el activista agrandado funcionario y “el Hermes” promocionado, se les fue el sábado entre llamadas sin respuesta y mensajes en visto ¿Es el 12 o el 20? Eso ya no importa tigres, el juicio hace mucho comenzó y la suerte está echada, ¿van a pensar que es remota la probabilidad que entre esas 80 millones de paginitas no están sus nombres? Veremos.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. Una historia de gorilas, sangre y escandalosas fortunas “express”.- En los próximos días Nueva York tendrá un total de tres días de nieve que en altura superará 25 centímetros.- Febrero es increíblemente frío en la Gran Manzana, el aire congela los pulmones y los vientos penetran como mil cuchillos en los huesos; en estos días, las temperaturas van desde 3° grados bajo cero hasta 3° grados centígrados.- En este ambiente, mientras por la refinada Quinta Avenida caminan indiferentes transeúntes elegantes con abrigos gruesos, guantes y bufandas, son llamados los acusados por crímenes espeluznantes en la “Banana Republic”, frente a un impoluto juez, con un semblante semejante al clima de la ciudad; sin embargo en Honduras hace calor, más allá de lo acostumbrado, las casitas no han dejado de alumbrar en El Hatillo, Coyolito y otras zonas exclusivas, hasta se cayó la red de Claro de tantas comunicaciones, no son los calientes 29 grados de este trópico, son reuniones interminables en el poder, y salta la pregunta en la mente de todos ¿seré mencionado? La respuesta, por ahora, está pendiente.
Abren la boca grande, simulando un pez frente a la atractiva carnada en anzuelo, sueltan la bocanada de aire de ese puro estilo “Churchill” y los hielitos se enamoran del Blue Label, cansados de esperar les tomen un sorbo, la ansiedad es prioridad, el estrés eleva la presión sistólica y diastólica; donde alguna vez hubo alegrías, emociones con chicas sensuales, contratos, transferencias infinitas; hoy, parece como que alguien se les hubiera muerto y quizá es cierto. –¡Puta! Este imbécil… –de pronto uno rompe el silencio mortuorio, los demás en silencio imaginan todas las cámaras encima de ellos y como “flashback” la imagen de la soberbia Roció Tabora les viene a la mente, vencida, en crisis, impotente. –Primero que jodan a las bubuchas. –dice otro, sabiendo, que eso no dura mucho, después de Juan seguirán cayendo los peces gordos, los gorilas de 800 kilos.
¿Cuántos se sentaron a la mesa de Juan, tomaron y bebieron de su cuerpo? Desde los chamanes como Roy que profesaron la eternidad (y no se equivocó. Cadena perpetua más 30 años), el asolapado que agarraba piquitos, hasta un tipo como Lenir que pasó de vago a empresario ¡Ja! Para un libro de la facultad de Administración de Empresas, pero también el acumulador eterno, ese que aparece respetable en Forbes Centroamérica, que aumentó sin proporciones la fortuna y sobre todo, el militar que susurraba paja en el oído del “Líder”, Juan es un Ozymandias –sin tanta grandeza–, solo quedará arena y polvo, pero antes de eso, se sentirán los temblores que los destruirán. Mis carísimos amigos, ustedes y yo lo sabemos, pero como la vida no es eterna disfruten ahora, pues la hora se acerca y como una peste va tocando las puertas que no tienen la cruz de cordero, solo se salvan los inmaculados, los sin manchas, que durante 12 años no tomaron del cáliz fácil y envenenado.
Aquella fiesta fantástica se extendió demasiado, era tanto el despilfarro que un Televicentro agarró solo del 911, que ni siquiera es una secretaría, 50 millones de lempiras en “pauta”, en total de esa dependencia fueron saqueados 300 millones de dólares por los socios de partido, que, por cierto, ya no apoyan al jefe en ruinas.- Una mediana empresa en Honduras trabajando de 12 a 15 horas diarias, al final del año podría facturar unos tres millones de lempiras en ingresos brutos, totales (obvio no hablo de utilidad); ¿Cuánto ganaban de una secretaría? ¿Y de un poder del Estado? ¿Presidencial? ¿Congreso?; dice nuestro director: “Ante ese comportamiento, buscá primero, una explicación en la economía”. Y desde esa altura, la corrupción en Honduras hizo el sueño de Keynes, derramó riqueza en todos los del círculo, agarró dinero el medio de comunicación, el periodista y el conductor; militares y haciendas, religiosos o sus viajes por el mundo, empresarios y fideicomisos; Oenegés y cuentas gordas; asesinos y sus pagos.
¡Agárrense!, solo para que tengan una idea de esta bestial fiesta en Orlandia, comenta el lúcido analista y abogado, don Raúl Pineda, que según información que obtuvo de investigaciones del gobierno estadounidense, la fortuna que logró acumular Juan Orlando ronda alrededor de 3,000 millones de dólares.
Nunca importaron los excesos, los santos de hoy, no les importó ser los demonios de los peores infiernos, si el contrato estaba asegurado, la patria dura el término de la negociación y la soberanía es un cuento de hadas rosadas, ni lo duden que en esta francachela que nos duele en el lomo a los hondureños, fue navidad permanente para las amantes, esposas e hijos. Es tan grande el derrumbe de Juan, que significa la muerte definitiva del segundo partido tradicional en el país, los medios tuvieron que despedir a sus colaboradores y se pelearon con los empresarios por no darles lo que ellos pedían para mantener el tren de vida, 77 Hermes que aún tienen micrófono en la mano y con temor dicen “volverá” más como un mantra interno, que una convicción, más aferrados a su botín y en que sus huesos no vayan a la cárcel, que estiman imposible, se sienten intocables en la justicia de Alicia.- Aquí no hay espíritu, solo carne y la carne debe pagar el precio. Sale el presentador, como la sombra de la tarde le tiembla la mano y voz quebrada, necesita confirmar si el juicio es el 12 o el 20, pero eso no importa campeón ¡El juicio ya empezó! ¿Y no eras vos aquel que en el golpe de Estado le decías en privado al periodista que cubría presidencial: “nosotros somos el poder, debés saberlo, sólo cubrí lo que diga Marcia, olvídate de la gente que protesta en la calle, ¿entendistes, te queda claro o no?”.
Un campesino se levantará ese mismo día e irá a la milpa, llevará a su hijo pequeño, su mujer lo esperará echando tortillas, con las hijas y a las 3:00 de la tarde se sentará en la hamaca a tomar café con pan, nada le importa Juan, aunque le quitó la oportunidad de tener un mejor centro de salud, una escuela inteligente, le mató un familiar durante la pandemia, le negó sistemas de riesgo o carreteras para llevar los productos; ese mismo día, ese trabajador de la tierra se acostará con su mujer en la misma cama y al siguiente día, se va a despertar con un gallo cantando. ¿Quién es más inteligente? ¿Quién es virtuoso? ¿Quién ganó, quién perdió la vida?
Juan se sienta en la durísima cama, piensa fue “presidente” y todos se reían de sus chistes, las mujeres lo miraban guapo, algunos imbéciles lo llamaron estadista, otros le deban paja que era gran estratega, lo halagaban y las barras de la vanidad se le llenaban hasta el colmo de sentirse un dios enano en medio de un pueblo pendejo, como él dijo, que podía comprar los votos con una carnita y una cerveza, unos por negocio y otros porque en verdad son pendejos, los “súpersecretarios” le cocinaban asados y le hacían fiestas, los militares montaban desfiles, los religiosos le oraban y los medios tradicionales lo alababan todos los días, todos los días con la misma porquería. Hoy ese recuerdo duele, cadenas en pies, manos y alma, ni siquiera puede cruzar una calle a comprar un café, ni un mensaje de amor puede enviar, no es dueño, ni siquiera de ver el sol o la luna. Juan aprieta los dientes, está frustrado y tiene frio ¿Es su culpa? ¡Ya no importa!
El juez Castel se prepara en su casa, un beso a su esposa y un adiós afectuoso a los nietos, maletín negro, saco y zapatillas nítidas, un grueso abrigo de piel y quizá sombrero hecho de castor; el conductor espera afuera, aquel hombre mayor y digno, gracias a su profesión y valores, sabe lo que tiene que hacer y lo hará, mientras esperará esos gorilas de 800 kilos, con calma y paciencia, como la vida le enseñó a hacerlo. Desde EL LIBERTADOR, besos y avanti.
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