En su edición mensual enero 2022, EL LIBERTADOR abordó al analista social, Eugenio Sosa –ahora director del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)–, y esa vez argumentó que las élites políticas, militares, económicas y religiosas que han gobernado Honduras, tienen a disposición toda una maquinaria mediática tradicional para fraccionar o detener los cambios en la nación si siente o teme que el Gobierno Castro puede tocarle sus privilegios.
El sociólogo y docente universitario analizó también que en la transición el Gobierno de Xiomara Castro actuó con cautela y por eso se pospuso parte de su plan para la nación, como es el caso de la Asamblea Nacional Constituyente que, si bien podría ser el pacto social que requiere el país, la constante maquinación e inestabilidad heredada de la dictadura nacionalista, apunta a que sea un proyecto postergado.
Redacción
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. Honduras entró a un nuevo proceso democrático tras la ruptura con el golpe de Estado en 2009. A lo largo de 12 años el régimen del Partido Nacional firmó alianzas con sectores que siempre han destacado por ir en contra de la voluntad popular, incluso algunos de éstos alguna vez formaron parte del movimiento social que en décadas pasadas fueron vitales en la conquista de derechos.
Entre estos grupos figura, como principal aportante el capital que, a cambio de colocar sus cuadros políticos y financiar campañas, obtuvo negocios con el Estado y sus recursos; también la iglesia, tanto católica como evangélica –sobre todo ésta última– que, de algún modo colocó piezas en un “co-Gobierno” dentro de las casi 40 Juntas Interventoras instaladas por el extraditado Juan Hernández.
Por otro lado, rubros como el transporte, magisterio, caficultores, ciertos movimientos de médicos y enfermeras y sindicalistas del movimiento obrero, poco a poco dieron aval a la dictadura a cambio de beneficios, y ya han sumado al complot afirmando “inoperancia” de un Gobierno que ni bien había comenzado y ya afrontaba batallas políticas.
GOLPISTAS
Entre estos sectores hay tres que fueron clave: la élite económica, el crimen y la fuerza armada del Ejército y la Policía Nacional. La política económica progresó, a través de concesiones del bien público y recursos naturales que sólo benefició los bolsillos de las familias más ricas del país; la política de seguridad sólo repartió el dinero de los hondureños en “juguetes” de última generación para militar y oficiales de Policía, y, al mismo tiempo hizo la vista gorda con el crimen pues, reportes especializados señalan que en el último decenio Honduras pasó de ser un “corredor” de la droga a un productor.
En entrevista con EL LIBERTADOR –realizada en enero 2022–, el sociólogo Eugenio Sosa, afirmó que el nuevo Gobierno debía mantenerse al pendiente de éstos grupos, pues siempre fueron los que boicotearon la transformación del país, impidiendo la consulta popular de la Cuarta Urna, la creación del Partido Libertad y Refundación (Libre) y las victorias electorales de 2013 y 2017.
PIEDRAS DE TROPIEZO
El también catedrático dijo estar convencido que en la medida que Xiomara Castro quiera hacer acciones importantes a favor del pueblo y que toque los intereses de los grupos económicos importantes del país, éstos van a reaccionar.
Amplió que los cambios que se prevén con Castro se enmarcan en la distribución de la riqueza, derechos sociales, salarios justos con todos los derechos laborales y que con ello, la élite que llevó a Honduras a lo más ruin ya maquinaba para que, “en un momento se presente una reacción conservadora tratando de marcar límites a Xiomara Castro. Aunque la presidenta ya comenzó a ceder, porque la idea de la Asamblea Nacional Constituyente, que fue un elemento muy fuerte en el plan de Libre, pareciera aguardar por un periodo de estabilidad”.
ASEDIO AZUL
“Lo que marcará la confrontación con estos grupos de poder dependerá de lo que el Gobierno intente hacer o hasta dónde quiera llegar en el proceso de cambio”.- El analista descartó que estos grupos que quedaron al margen del Ejecutivo, no necesitarán crear grupos de choque como ha suscitado en otros países del continente, sobre todo en Venezuela donde la protesta evolucionó a terrorismo.
Enjuició que tendrían otras formas de reacción, como ha sido siempre con el uso de la prensa tradicional corporativa –que les pertenece– para desatar la opinión pública y la guerra mediática. Y, precisamente, estas condiciones dieron origen al “Bloque de Oposición Ciudadana” (BOC).
Por otro lado, apuntó que el Gobierno no tenía que confiarse, ya que los nacionalistas tenían 44 diputados –adelantando los conflictos legislativos para elección de Corte Suprema, Fiscalía General y otros proyectos de índole popular–, una resistencia legislativa muy fuerte para lograr algo de gobernabilidad, y además, lograron más de 100 alcaldías.
RELACIÓN DE RIESGO
Sosa meditó en el papel de los militares, ya que por la historia reciente, la institución castrense está acostumbrada a recibir regalías y cuotas de poder al punto que se convirtieron en un “grupo de clientelismo y hasta de chantaje político. Los militares hondureños son conservadores y siempre son un gran riesgo en un proceso de cambio”.
Para el sociólogo la clave es que la presidenta coloque en el alto mando figuras de confianza, repitiendo la fórmula en la Policía Nacional porque si quedan cuadros fieles a Estados Unidos u otro grupo de poder, “siempre serán una amenaza a la estabilidad del Gobierno”.
Hasta ahora –y desde el comienzo de esta administración– ambas instituciones armadas han ratificado su sometimiento a la presidenta, pero el riesgo es latente, instó el sociólogo.
Finalmente, analizó que los demás grupos sectoriales, el abordaje es más simple pues de entrada pedirán privilegios pero no conlleva un riesgo como con los uniformados: “El problema es que en esa lucha muchas veces se llevan de encuentro los intereses nacionales y a veces son sectores que no están dispuestos a sacrificarse por el cambio de un país”.
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