Entre lágrimas y completamente quebrada, así llegó la exsecretaria de Finanzas, Rocío Tábora, a las instalaciones de Medicina Forense, como consecuencia del protocolo a seguir en su proceso judicial; su semblante era exageradamente lejano al orgullo y soberbia que alguna vez mostró siendo funcionaria del dictador Juan Hernández.
“La justicia tarda, pero siempre llega”, destacan cibernautas en redes sociales mientras veían el lamento de Rocío, al lado de una gráfica de un ciudadano tirado en la calle esperando atención médica en 2020 y que pereció sin ver los “innovadores” hospitales que Invest-H compró.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Todo vuelve en la vida y la escena de Rocío Tábora, se asemeja a la desesperanza que ya vivió otro de los protagonistas de la estafa “hospitales móviles”, Marco Bográn.- En algún momento, no le molestó estar rodeada de militares, su seguridad estaba garantizada.
Posiblemente, el color de los vehículos era el mismo (blanco), pero el confort con asientos de cuero, aire acondicionado, música de fondo y el ambiente sofisticado que alguna vez gozó como secretaria de Finanzas, ya no estaba presente en el automóvil penitenciario que la llevó hasta el Ministerio Público (MP).
La ex funcionaria disfrutó de llegar, en algún evento público, en una “Prado”. Esta mañana, ya nadie la sostenía del brazo en su paseo por alfombras de poder, su mirada ya no era altiva y a su lado, ya no estaban sus asistentes que cargaban con todo el trabajo de la psicóloga.
Tábora, siempre se mostró orgullosa ante todos, y mientras la vida de hondureños pendía de un hilo en la pandemia, fue la primera en encargar que todas las compras de la emergencia, fueran realizadas por Inversión Estratégica Honduras (Invest-H): “Ya hablé con el presidente (Juan Orlando Hernández) y todas las compras se harán a través de Invest-H”, le dijo a Marco Bográn.
Pero aquellos días de viaje “VIP” junto al dictador, cuando presumía la incompetencia –siendo no apta para tal institución–, ahora son lejanos; hoy solo llora, y ya no viste ropa “digna” de una alta funcionaria, apenas la “simbólica” camiseta blanca, que combina con su rostro pálido de la tristeza y el miedo.
Rodeada siempre por militares, pero como custodios para que no escape, acompañada solo por una abogada de poca credibilidad y sin control sobre sus emociones, rota en llanto no para dar lástima ante la prensa, “acorralada” como aclaró ayer el vocero del Ministerio Público, Yuri Mora.
A las 11:48 de la mañana del 16 de noviembre, se presentó en Medicina Forense para realizarse exámenes médicos, proveniente de la Cárcel de Mujeres en Támara, porque supuestamente sufre depresión y otros “males”. Tábora fue arrestada en la frontera de Nicaragua, adonde pretendía huir como en algún momento lo hicieron otros señalados de corrupción. No hubo declaraciones de la exfuncionaria, solo un mar de lágrimas y una leve queja de un golpe en la rodilla.
En algún momento, el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica reflexionó respecto a la corrupción en la administración pública: “No es que se dañaron cuando asumieron una responsabilidad pública, es que llegan dañados”.
Más de 11 mil personas murieron durante la etapa de la pandemia del Covid-19. Si bien, no hay un estudio que permita saber de forma contundente cuántas personas pudieron salvarse con las medidas sanitarias correctas, el fraude de los Hospitales Móviles fue uno de los actos de corrupción más graves de la historia del país y el continente.
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