Aunque la caída progresiva de la criptomoneda implica un golpe económico para El Salvador, el presidente Nayib Bukele tiene un “as bajo la manga”, se trata de un posible establecimiento de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, destaca en este reporte la agencia internacional, Rusia Today (RT).
Agencias / EL LIBERTADOR
Nazareth Balbás / RT
El descalabro de la cotización del bitcóin no es una buena noticia para El Salvador, que desde el año pasado declaró esa criptomoneda como la segunda de curso legal en el país. Sin embargo, el presidente Nayib Bukele no ha puesto todos los huevos de la economía en la misma canasta.
La quiebra de FTX, una de las principales plataformas de compra y venta de criptomonedas, provocó el desplome de 21 % del precio del bitcóin la semana pasada, lo que acarreó pérdidas para la nación centroamericana, pero el presidente salvadoreño insiste en tratar de matizar el impacto.
El domingo en la noche, el mandatario aseguró que FTX era «lo opuesto al bitcóin», cuyo protocolo se habría creado «para prevenir esquemas Ponzi» y corridas bancarias, así como «rescates y reasignaciones de riquezas». «Algunos lo entienden, otros aún no. Todavía es muy pronto», escribió en su cuenta de Twitter.
No obstante, la opacidad informativa respecto a las compras por parte del Gobierno hacen casi imposible determinar cuál ha sido el impacto de la merma en El Salvador, tras el colapso de los precios del bitcóin. Por ahora, las estimaciones se hacen con base a los anuncios de Bukele en redes sociales.
Según la web Nayibtracker, que hace seguimiento a la poca información divulgada sobre las adquisiciones de bitcóin en El Salvador, el país habría perdido más de 67 millones de dólares desde septiembre de 2021 (cuando se declaró de curso oficial), un monto superior a los 57 millones de dólares destinados para el funcionamiento de la Asamblea Legislativa durante 2022.
Ese comportamiento no suma puntos a la administración del mandatario, que ha hecho una defensa a ultranza del criptoactivo a pesar de su volatilidad, la poca confianza de la población en su uso y las incontables advertencias de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que se derogue esa política.
El mes pasado, un sondeo de opinión realizado por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) detalló que 65 de cada 100 salvadoreños estaban en desacuerdo con la decisión de Bukele de seguir gastando dinero público para comprar el bitcóin, lo que explica que 77 de cada 100 rechacen que el Ejecutivo destine presupuesto para tal fin. Ante ese escenario adverso, el Gobierno ha dado señales que apuntan a la diversificación de su apuesta económica con un aliado que le pisa los talones a EE.UU.
TLC con China
La semana pasada, en medio de la marea de malas noticias sobre el bitcóin, en El Salvador se rumoraban negociaciones con China para la posible compra de deuda, pero lo que finalmente se anunció fue algo mucho más contundente: el inicio de las conversaciones para el establecimiento de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático.
La información se oficializó en un acto encabezado por Bukele y la embajadora de la República Popular China en el país centroamericano, Ou Jianhong: «No todos los días se anuncia un tratado de este tipo con una potencia económica», presumió el mandatario.
El arranque de estas negociaciones también le puso punto final a otra relación que ya venía desmoronándose desde 2018. El lunes pasado, una sentencia de la Sala de lo Constitucional de El Salvador ratificó el rompimiento del TLC que mantenía el país centroamericano con Taiwán desde 2007, una decisión que fue celebrada por la embajadora Jianhong.
Aunque Bukele no fue el artífice inicial del acercamiento con el gigante asiático, sí ha jugado un papel clave para aumentar el intercambio comercial. Por eso, el objetivo del Gobierno de El Salvador es empezar a negociar el TLC «tan pronto como sea posible», un apremio que coincide con el annus horribilis del bitcóin y la cercanía de los vencimientos de deuda por 667 millones de dólares en enero.
«En los últimos años, el comercio bilateral ha crecido sustancialmente, lo que refleja plenamente la resiliencia y el espacio de desarrollo de la cooperación económica y comercial bilateral (…) China y El Salvador están dispuestos a iniciar el proceso de negociación del tratado de libre comercio bilateral tan pronto como sea posible, y realizar negociaciones conjuntas», refiere un pronunciamiento de un vocero del Ministerio de Comercio de Pekín, compartido por Bukele.
En estos años, el intercambio entre ambos países ha abarcado materias tan diversas como el área sanitaria –con el envío de vacunas chinas al país centroamericano durante la pandemia de covid-19–, hasta la reciente entrega de más de 900 toneladas de harina de trigo y otras 1.450 toneladas de fertilizantes a El Salvador, por parte del gigante asiático, para ayudar a aliviar la crisis por las cadenas de suministro internacional.
¿Lejos de EE.UU.?
En el acto con la embajadora china, Bukele dio dos mensajes claros: que su país está dispuesto a «abrirse» a otros mercados y que está en busca de una cooperación respetuosa a la soberanía.
Para el mandatario, la firma del pacto le permitirá a El Salvador superar el aislamiento del mercado asiático y aprovechar el potencial de la relación comercial para exportar productos de factura local. «La oportunidad es grande, está en nosotros aprovecharla», apuntó.
Bukele reconoció que ya había acuerdos de este tipo con países como México, EE.UU. y otras naciones de la región centroamericana, pero consideró que pactar un TLC con la segunda economía mundial, con un mercado de 1.500 millones de habitantes, constituye una «oportunidad» inédita para el desarrollo económico.
Datos del Banco Mundial, en 2020, revelan que el principal destino de las exportaciones salvadoreñas fue a EE.UU., con una proporción de casi 40 % de los asociados; seguido de Guatemala (16,87 %) y Honduras (15,45 %).
No obstante, más allá de lo económico, hay un trasfondo político que el mandatario salvadoreño pone en valor. «A pesar de que somos un país pequeño, ustedes [China] siempre se dirigen a nosotros y nos tratan con el respeto que nos merecemos. Eso es lo único que pedimos», dijo Bukele el miércoles.
Las elogiosas palabras del presidente centroamericano hacia China contrastan con el tono que ha adoptado con EE.UU., su principal socio comercial hasta ahora. Ya en agosto pasado, Bukele afirmó que la gran diferencia de la cooperación con el gigante asiático era que llegaba «sin condicionamientos», dando a entender que la ayuda recibida de Washington tenía siempre una letra pequeña.
«Lo único que pedimos es que nos vean como un país independiente, soberano y digno. Solo queremos que nos vean con respeto», insistió.
Aunque esta vez Bukele no lanzó dardos directos contra el Gobierno estadounidense –que ha impuesto una ronda de sanciones contra funcionarios de su gabinete–, al anunciar el TLC con China hizo un llamativo exhorto a las naciones de la región: «Creo que es importante que los pueblos de Latinoamérica nos quitemos el yugo de nuestros opresores, los que nos han tenido siempre sufriendo en el luto, en la zozobra y la miseria».
Si bien el intento de El Salvador de usar el bitcóin para zafarse del ‘yugo’ de la arquitectura financiera internacional ha tenido magros resultados, parece que la nueva apuesta de Bukele es aliarse con la segunda economía mundial –que posee un amplio mercado y una indudable capacidad de financiamiento– para prescindir así de las ayudas de Washington o de los créditos condicionados del FMI, desde donde no cesan de lanzar sombríos augurios.
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