Lula da Silva ha triunfado en el polarizado balotaje de Brasil, será presidente al cierre de mandato de Jair Bolsonaro a quien derrotó con un margen de apenas dos puntos porcentuales; el candidato del Partido de los Trabajadores hereda una administración con fuerte oposición y en este análisis de la agencia internacional, Rusia Today (RT), se explican las siete claves de la contienda.
Agencias / EL LIBERTADOR
Marta Miera / RT
Luiz Inácio Lula da Silva ganó este domingo las históricas elecciones de Brasil, con el 50,9 % de los votos válidos, frente al 49,1 % alcanzado por Jair Bolsonaro.
A sus 77 años, el izquierdista será en el presidente con mayor edad en asumir el cargo y el primer brasileño en entrar por tercera vez en el Palacio de Planalto, tras liderar el país entre 2003 y 2010.
Aunque con la victoria de Lula se consolida el giro izquierdista de América Latina, el estrecho margen, el más ajustado desde la redemocratización del país, refleja un país completamente dividido.
Como era de esperar, Bolsonaro comenzó liderando el conteo, pero fue rebasado por Lula al 67,76 % del escrutinio, a medida que iban entrando los votos de los estados pobres del norte y de nordeste. En esta ocasión, la abstención fue del 20,55 %.
La tensión fue en aumento durante el conteo de votos, algo ya marcado desde la campaña en siete puntos clave de los comicios:
1. Dos líderes opuestos
Desde que en noviembre de 2019 Lula salió de la cárcel, donde permaneció un año y siete meses tras ser condenado por corrupción en varios casos que después fueron anulados, y se perfiló como candidato, se intuía que en Brasil se avecinaba la campaña electoral más polarizada de su historia reciente. Y así fue.
Tanto Lula como el presidente Jair Bolsonaro son líderes fuertes que arrastran pasiones entre sus fieles, al punto de que han generado fenómenos consolidados a partir de sus personas, el lulismo y el bolsonarismo. Encarnan dos caras de Brasil, dos visiones de futuro, en lo político, social y económico.
Lula afirma que el mandatario ultraderechista es «un fascista que se relaciona con milicianos y el crimen organizado» y que es «un mentiroso compulsivo» que provocó «un genocidio» por su cuestionada gestión de la pandemia.
Por su parte, Bolsonaro asegura que el exmandatario izquierdista es un «ladrón» y un «diablo» que quiere «imponer el comunismo» en Brasil.
El choque entre sus seguidores ha dejado una campaña violenta, con al menos tres seguidores del Partido de los Trabajadores (PT) muertos en disputas políticas con bolsonaristas.
2. ¿Bolsonaro aceptará una eventual derrota?
Fue la gran interrogante de la campaña, según Lula el bando perdedor aún no se comunica para enviar su felicitación. Bolsonaro, en sintonía con el expresidente estadounidense Donald Trump, lleva años sembrando dudas, sin pruebas, sobre la fiabilidad del sistema de voto electrónico que Brasil usa desde 1996, con gran reconocimiento internacional. Sostuvo que las urnas son vulnerables y pidió un «voto impreso y auditable».
En su campaña de descrédito, que le valió la apertura de una investigación en la Corte Suprema por difusión de noticias falsas, ha dicho de manera recurrente que aceptará los resultados siempre y cuando las elecciones sean «limpias y transparentes» y ha atacado sin tregua a los jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE), al que ha convertido en villano ante su militancia.
Todo ello desata temores de que no acepte una eventual derrota, que llame a sus seguidores a protestar contra el TSE y que eso derive en disturbios callejeros, como ocurrió con la invasión del Capitolio en Washington en enero de 2021, cuando Trump no aceptó su derrota frente al actual mandatario Joe Biden.
3. Sondeos erróneos
En la primera vuelta, el 2 de octubre, Lula se impuso con el 48,43 % de los votos, un porcentaje dentro del margen de error previsto en los principales sondeos, como Datafolha o Ipec, algunos de los cuales hablaban incluso de una victoria del exmandatario ese día, con más del 50 %.
Pero con el ultraderechista se equivocaron de lleno. Le auguraban un 35 o 36 % de los votos y logró un 43,2 %. Eso puede ser debido al voto oculto, en parte consecuencia de la campaña de descrédito que libra el mandatario contra las encuestadoras. «Lo que vale es el ‘Datapueblo’, que gane el mejor», dijo al votar en primera vuelta.
Bolsonaro ganó fuelle en las últimas semanas. Sin embargo, los sondeos daban la victoria a Lula con entre un 52 y 54 %. Lo que está claro es que las urnas dejaron un país completamente dividido.
Ayer 30 de octubre, los brasileños escogieron a los gobernadores de 12 Estados que no lograron decidir en primera vuelta, entre ellos Sao Paulo, motor económico y mayor colegio electoral de Brasil, que expermientó un choque a pequeña escala entre el candidato bolsonarista y el lulista.
4. Guerra sucia en las redes
La justicia electoral brasileña intentó evitarlo, pero de nuevo la campaña ha derivado en una guerra sucia en las redes sociales, especialmente en el segundo turno. Mentiras, insultos, acusaciones infundadas y videos manipulados han circulado a mansalva desde los entornos de Lula y Bolsonaro, con tácticas de guerrilla digital.
El TSE ordenó retirar decenas de publicaciones, pero después de que hubiesen sido visualizadas y compartidas millones de veces.
5. ¿Quién lo tendría más fácil para gobernar?
De cara al balotaje, los dos candidatos han sumado apoyos de una magnitud similar. Lula recibió, entre otros, el favor de la centroderechista Simone Tebet y el centroizquierista Ciro Gomes y de una decena de gobernadores de Estados menores.
Bolsonaro logró, sin embargo, el apoyo de numerosos congresistas, entre ellos el senador y exministro Sergio Moro, la cabeza visible de la megaoperación anticorrupción Lava Jato, y de los gobernadores de los tres principales colegios electorales, Sao Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro.
Pero cuando se piensa en quién lo tendría más fácil para gobernar, la respuesta es Bolsonaro. La primera vuelta dejó un Congreso mucho más conservador y afín al actual mandatario, cuya formación, el Partido Liberal, es la que consiguió más escaños en la Cámara de Diputados y el Senado.
Si se tienen en cuenta el resto los partidos que acostumbran a apoyarle, el presidente podría sumar una mayoría de votos para sacar adelante proyectos controvertidos en materia ambiental o a favor de las armas.
Lula, por su parte, tendría una oposición mucho más fuerte y estaría obligado a negociar y ceder más.
6. La Amazonía en juego
Uno de los temas más relevantes de la campaña fue la Amazonía, que se juega mucho en estos comicios. El llamado «pulmón del planeta», vital según los científicos para detener el cambio climático, ha sufrido más deforestación e incendios desde que Bolsonaro llegó al poder en 2018.
Los ambientalistas atribuyen ese declive al discurso del presidente a favor de la explotación comercial de las reservas indígenas y otras áreas protegidas y permitir así el avance del poderoso agronegocio brasileño.
Lula había prometido durante la campaña revertir las políticas «de destrucción de la selva» aprobadas por el actual mandatario. Si hubiera ganado Bolsonaro, con el apoyo que tiene en el Congreso, podría aprobar proyectos que quedaron encallados en su primera legislatura, como el que permite la minería en tierras indígenas.
7. Brasil ‘rodeado’ de izquierda
Latinoamérica tenía los ojos puestos en las elecciones brasileñas. La victoria de Lula sella el giro izquierdista que emprendió hace años la región, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder en México (2018), de Alberto Fernández en Argentina (2019), Luis Arce en Bolivia (2020), Xiomara Castro en Honduras (2021), Pedro Castillo en Perú (2021) y, en este 2022, de Gabriel Boric y Gustavo Petro en Chile y Colombia.
Brasil y Argentina, los dos socios más importantes del Mercosur, tendrían gobiernos del mismo signo y podrían limar diferencias.
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