Un día como hoy, 20 de mayo de hace 19 años, nació EL LIBERTADOR, no para transar la crónica catástrofe social con las momias obscuras del capital, de la política y sus portavoces de la prensa tradicional; nos ganamos el nombre en un país donde la corrupción es el sistema que sentencia la vida y la muerte, de todo. EL LIBERTADOR ha desarrollado un modelo de comunicación único en las Ciencias de la Comunicación, es el antídoto contra la desinformación masiva; somos el gran emisor desde la sociedad, somos el “Primer Auditor Social de Honduras”. ¡Gracias totales!
EDITORIAL
EL LIBERTADOR, la nota disonante
Firmeza y luz como diamante, esto es EL LIBERTADOR desde aquel 20 de mayo de hace 19 años cuando entró a este turbulento ambiente, avanzando entre relámpagos que estallan en el cálculo maligno y extrema volatilidad de Honduras. Parece que fue ayer y no es cierto, cuando vemos hacia atrás el vasto campo minado de atentados, cárcel, amenazas, sobrevivencia, fortaleza interior y la tajante postura que inspiró este nacimiento: la liberación mental del pueblo hondureño y la activa aclimatación para cambios postergados de Nación.
Este sueño hizo posible lo imposible en un país donde la corrupción como sistema opresor hasta en la mínima relación de poder, determina la dicha y el fracaso; la fortuna y la escasez, de ahí que la creación del “Primer Auditor Social de Honduras” era ilógica desde la teoría de empresas. Sin capital de inversión y fuera del poder, la idea del fundador era contribuir con sus compañeros a tumbar las viejas fuerzas que amarran al país a la infinita miseria; pocos creían en este proyecto y, con razón, es extenso el cementerio histórico de publicaciones –apenas conocidas– que circularon con emoción una vez o por mucho tres ediciones.
Pero EL LIBERTADOR quería otro destino, aspiraba superar los modelos escritos de la prensa tradicional en diseño, impacto, contenidos, redacción e innovación periodística, hasta entonces eso era sólo posible por millonarias inversiones de poderosos dueños de medios de comunicación, aliados vitalicios del capital, de codicias obscuras y subsidiados por gobiernos.
Planteado así este periódico, subsistir era milagro de ingenuos sin futuro o aventura de héroes –orgullo nacional, pensando en el pueblo y reclamando Patria–, antes tenía que templarse y fruncir el ceño para rebasar las trampas de una élite política con atraso mental de mil años y más; hace 800 años el florentino Dante Alighieri pedía la nítida separación de la iglesia y el Estado; aquí aún se niega esa ley y logro del amado Morazán.- Mientras otros callaron, en los últimos doce años pasamos en el quirófano del crimen, hundiendo el bisturí en los cuerpos putrefactos del golpismo y la dictadura criminal, creaciones de esas momias arrastradas que proclaman la catástrofe social y hasta se caen corriendo para ofertar su flojo balbuceo servil.
Cuando surgió EL LIBERTADOR había gente intocable, eran personajes dañinos y sagrados por los medios de información.- Apenas iba surgiendo la Internet en 2003 y las redes sociales, tampoco había espacios alternativos. Esas viejas corporaciones de comunicación reinaban a su antojo sobre los públicos hasta que llegó EL LIBERTADOR y fue la nota disonante en la armonía noticiosa, empezó a narrar las historias ocultas e irrespetó las vacas divinas del poder.- Era tan grande el silencio de lo que en verdad ocurría aquí, que nuestro susurro sonó en la tierra nuestra y más allá. Ya nunca más estaría sola la prensa tradicional, su dominio fue diluyéndose y, finalmente, perdió la batalla de la credibilidad. Fue nuestra primera victoria.
En sus últimos viajes a Honduras, el respetado periodista colombiano, Javier Darío Restrepo, meditó acerca de EL LIBERTADOR: “Este periódico es casi perfecto”; lo dijo al aire quien fuera conferencista internacional de ética periodística y ejecutivo de la “Fundación Gabo”.
Podemos certificar y presumir hoy nuestros contenidos llegan a 87 territorios y pueblos del planeta, desde Estados Unidos hasta Rusia; desde Alaska hasta la Tierra del Fuego.
Es hermoso el reconocimiento de un periodista chileno cuando exaltó la valiente brega periodística de EL LIBERTADOR y clamó porque también bañara con su luz las costas chilenas, eso mismo pidieron desde Argentina y de otras latitudes donde no existe un LIBERTADOR.- Y aquella memorable noche de 2009, cuando las bestias cuidaban el golpe de Estado, de repente una marcha ciudadana que llenaba más de un kilómetro de calles en el centro de Tegucigalpa, al unísono retumbaba “EL LIBERTADOR”.- Nos ganamos el nombre y un lugar en la autodeterminación del pueblo, navegando juntos hacia el destino remoto.
Hemos creado un código único en el universo de los medios de comunicación masiva al rejuvenecer y replantear técnicas de redacción en los antiguos géneros periodísticos, hizo al periodista parte de los hechos para erradicar la destructiva indiferencia que fomenta la academia clásica en casi todas las universidades del mundo; además, en el plano de organización de medio dio paso a un esquema futurista como empresa de noticias con calor nacional y vergüenza Patria, sin renunciar a la integridad ni a los valores eternos de la ética en su relación comercial con sus clientes de todos los estratos sociales y económicos.
Como Director Fundador de EL LIBERTADOR confieso que hemos justificado nuestra existencia como hondureños y humanos, hemos dejado aquí nuestra juventud y energía; en las crisis políticas infames, que se multiplican en alta desgracia para la mayoría de compatriotas como golpe de Estado y la dictadura Hernández, nos quedamos en el país cuando otros con razón huían cuidando sus vidas y de sus familias; no tenemos el desaliento de quien resiente que pudo haber llegado lejos, EL LIBERTADOR llegó lejos.
Guardamos en este rotativo un reconocimiento inmortal para los Libertadores y Libertadoras que en distintos momentos de estas casi dos décadas colocaron su talento en la misión de EL LIBERTADOR –con los inimaginables sacrificios y riesgos de una región medieval—; nos ha movido la convicción de crear contenidos no sólo para informar, sino construyendo matrices de comunicación liberadora de los enlatados embrutecedores de la anacronía y el frío cálculo de las empresas creadas para asaltar mentes y controlar el cerebro de los ciudadanos.
El aporte histórico de EL LIBERTADOR en las Ciencias de la Comunicación no está escrito, en la práctica halló el antídoto contra la poderosa manipulación de la industria pesada de la prensa tradicional como la llamaron brillantes tratadista de la información, entre otros, Umberto Eco, que, aturdidos por la brutal expansión masiva de los mensajes (noticias), no hallaron una fórmula que contrarrestara el control mental de los indefensos receptores.
La prensa tradicional es el gran emisor desde el control del poder; EL LIBERTADOR es el gran emisor desde la sociedad; esta guerra de ideas ya la encendimos. ¡Gracias totales!
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