Honduras tiene leyes en abundancia y ahí está la amenaza, la legislación decisiva ha sido creada y reformada por calculadores agentes intrusos que transformaron la corrupción en sistema político y económico, solo así se advierte el firme proyecto para destruir los controles de la Constitución.
Redacción
EL LIBERTADOR
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Editorial
Como evitar otro JOH
Juan Orlando Hernández es un ser inferior. Lo ratifica su imperturbable conducta corrosiva una y otra vez, toda su vida, hasta autodestruirse. El tema es de seguridad nacional, evitar que se duplique el ascenso de alguien similar concita responsable reflexión para el Gobierno de Xiomara Castro.
No llegó al Gobierno por inteligencia superior, sino por la capacidad de sobrevivencia del animal, esa parte que subyace en la herencia humana.
Honduras tiene leyes en abundancia y ahí está la amenaza, la legislación decisiva ha sido creada y reformada por calculadores agentes intrusos que transformaron la corrupción en sistema político y económico, solo así se advierte el firme proyecto para destruir los controles de la Constitución.
Por eso en el país fue fácil la prosperidad del crimen organizado, cayó en la tierra fértil de la degeneración partidaria, gradualmente la sociedad aceptó los pequeños pecados de la corrupción, hasta que por fin se comió el Gobierno, justicia, militares, iglesias, medios y periodistas y todas las plataformas del Estado. Así llegó JOH.
Refundar Honduras es locura, sociedad o ignorancia. ¿Hacer igual o construir sobre el crimen? El pueblo reclama un Estado moderno. Es genocidio que sigan llegando a la presidencia carniceros sociales, a robar y desde la Corte y el Congreso hacer del país una tribu africana caníbal. La nueva superestructura jurídica aceptará, en particular, candidatos a cargos públicos vigilando estas líneas que los cultos llevarían a códigos.
La criminología demuestra que tres factores coinciden en la formación de la conducta individual y con el avance de la investigación se confirma con mayor base científica: la herencia biológica, la imitación social y la variación personal. En efecto, el Código Penal de varios países considera el delito un complejo biopsíquico, físico y social, y no aislado hecho jurídico.
En esas naciones los jueces por su condición de aplicar la ley penal, deben contar con formación más allá de jurídica, también conocen antropología, psicología y psiquiatría.- Acerca de este tema, el criminólogo y pensador argentino, José Ingenieros, hace 80 años trazó el perfil de tres tipos distintos de humanos: inferior, mediocre y superior; el primero, es inepto para imitar, lo que fatalmente lo conduce a la desadaptación, habita en las fronteras del crimen, vive con frecuencia por debajo de la moral o de la cultura dominante y, en muchos casos, fuera de la legalidad.
El mediocre, por su parte, es una sombra proyectada por la sociedad, lo distingue el hecho que adquiere el alma de la sociedad (es el hombre masa, hace lo que los demás hacen). El inferior hereda el alma de la especie, no evoluciona del origen animal, son seres no pensantes y al “no pensar” no poseen subjetividad o consciencia de ninguna clase; para Descartes la consciencia es idéntica al pensamiento.- En tanto, el superior, es original e imaginativo, adquiere variaciones propias, posee una personalidad individua diferenciada del comportamiento irracional de la masa.
El superior, trasciende, supera la herencia del alma de la especie y las imitaciones del alma de la sociedad. Se coloca por encima de lo que ve, lo que todos hacen y también de las reacciones humanas irracionales.
Su alma individual lo diferencia en la sociedad, ahí están los grandes ingenios, los héroes, los santos como Cristo o Jordano Bruno que por sus ideales van hasta la muerte. Son hombres de carne y hueso, ríen y lloran, pero los diferencia en que sacrifican su salud y sus vidas, todo, por enaltecer su pueblo, por liberar su patria o por llevar luz a las ciencias.
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