El pastor Alberto Solórzano, destacado por su permanente activismo y papel de consejero de la dictadura Hernández, provocó el repudio social al afirmar que la nueva Honduras entra en un momento de “perdón y reconciliación”, siendo reprendido por la sociedad nacional que no está dispuesta a olvidar los crímenes de los últimos 12 años.
Al respecto, la pastora y activista social, Ana Ruth García, ha refutado que este es el momento de la justicia social, “no podemos manejar el país como quien maneja una iglesia”. Y la Conferencia Episcopal, ha dejado en claro que la reconciliación sólo es posible con la “aceptación de la pena correspondiente”.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. “La delgada niña cayó con su bandera y el joven sonriente rodó a su lado herido y el estupor del pueblo vio caer a los muertos con furia y con dolor”, con fuerza y rabia recitó más de una vez el destacado político y poeta chileno, Pablo Neruda; los versos valen para toda América Latina, son palabras extrañas y blasfemas para líderes eclesiásticos aliados de dictaduras.
La aplastante victoria de Xiomara Castro en las elecciones del pasado 28 de noviembre, simbolizó el voto fuerte de la ciudadanía para romper el yugo del Partido Nacional que por más de una década gobernó con desacato de la mayoría de hondureños y fue protagónico una y otra vez en el saqueo los recursos del Estado y, en los últimos dos años con la pandemia, el robo se tradujo en luto de decenas de miles de familias que perdieron sus seres queridos por el Covid-19.
En este contexto de cambio se avecina la ansiada justicia social, entendiéndose que la nueva autoridad no buscará la venganza, sino más bien atender la exigencia del pueblo que pide castigo ejemplar para todos aquellos que han hecho daño en 12 años y que alejaron a Honduras de una mejor vida.
Sin embargo, recientemente, el pastor Alberto Solórzano, declaró a medios de comunicación que: “Es el momento del perdón y la reconciliación nacional, la mayoría de los hondureños quiere la paz”. Dando a entender que “lo pasado, pasado”, instando a más impunidad para una dictadura hostil que provocó cerca de 70 mil asesinatos, millones de personas condenadas a la miseria y el éxodo, entre otros datos aterradores.
Hasta hoy, Solórzano comanda la Comisión de Depuración de la Policía donde impuso la religión evangélica y fue de los primeros en “alabar” la inútil –y estafadora– compra de hospitales móviles para atender la pandemia, más de 21 mil hondureños han muerto por Covid, según registros de Funerarias privadas.
La solicitud de perdón del pastor evangélico no cayó bien a la sociedad, los primeros en responder han sido los empresarios que votaron por el cambio, el representante del nuevo Gobierno, Pedro Barquero, contradijo al religioso señalando que esta declaración y la “homilía” del cardenal Óscar Andrés Rodríguez, son una cruzada de la autoridad saliente.
“Campaña de ‘Es hora del perdón’, quieren un borrón y cuenta nueva… pienso que la impunidad le haría más daño a #Honduras… destruyeron el país, saquearon el dinero, traficaron drogas y ahora quieren perdón, ¿qué opinan ustedes?”, increpó Barquero.
En tanto, el vicepresidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés (CCIC), Eduardo Facussé, increpó que la redención sólo puede llegar “a través de investigación y la aplicación efectiva de la justicia. Totalmente en contra de cualquier intento de mantener la impunidad a través de amnistías”.
Y, por otro lado, el portavoz de la Conferencia Episcopal, padre Juan Ángel López, ha sentenciado que: “La reconciliación es el producto de la justicia. Justos frente a Dios y frente a nuestros hermanos. La Caridad no quita la justicia sino que la supone… por eso la reconciliación implica arrepentimiento, reconocimiento de las faltas y aceptación de la pena correspondiente”.
Sobre este tema, EL LIBERTADOR se ha entrevistado con la pastora y directora de Ecuménicas por el Derecho a Decidir, Ana Ruth García, quien ha destacado que una de las cosas más importantes para el nuevo Gobierno es asumir el desafío de no permitir más impunidad: “En estos momentos no podemos manejar el país como quien maneja una iglesia”.
García incluso cuestionó que el cardenal Rodríguez respaldó el golpe de Estado y siempre ha respaldado el rompimiento del orden constitucional y el Estado de Derecho; y la Confraternidad Evangélica, el pastor Solórzano y otros “evangelistas”, han estado muy cerca “trabajando con este Gobierno utilizando los altos fondos que han tomado de la iglesia y desde sus ONG. Se han beneficiado millonariamente de esta dictadura”.
Desde el golpe de Estado de 2009, Honduras ha estado en manos de una clase política criminal, la historia ya es conocimiento público, como también lo es el soporte que dieron estos líderes religiosos, el disfraz de “patriotas” se despedazó cuando comenzó la repartición del botín. En versos de Neruda, la sociedad hondureña pide castigo: “No los quiero de embajadores, tampoco en su casa tranquilos, los quiero ver aquí juzgados en esta plaza, en este sitio. Quiero castigo”.
Deja un Comentario